No puedo pararlo
Tu amor es como un tren que se dirige a mí,
pero ya nunca me toca.
Tengo miedo.
No quiero seguir viviendo sin tí, pero sé que lo tengo que hacer y que cuando pase el tiempo ya no te recordaré con amor.
Se convertirá en odio, asco y, finalmente, en indiferencia.
No quiero olvidarme de tí.
Sé que no lleva a ninguna parte, porque estas cosas son efímeras y ahora no estás y no deberías volver.
Me has hecho daño.
Y desearía que siguieses haciéndolmelo.
Aún siento que merecería la pena, pero sé que no es así.
Sólo me has dejado estragos y ganas de tí.
Ganas de odiarme por haberte dejado atrás en vez de estancarme en la inmundicia contigo.
En el dulce dolor.
Miedo a perderlo todo.
Contigo sentí que rozaba el cielo con mis dedos sin darme cuenta de que cuan más arriba subíamos,
peor sería la caída, y con más tiempo para pensar en la hostia que no íbamos a dar.
Convirtiendo todo ese amor en odio,
la esperanza en agobio, la comprensión en indiferencia,
el agua en fuego ardiente y pasional que no calienta sino quema, arde, me mata por dentro y me hierve la sangre impidiéndome así exteriorizar algo que no implique despreciar a los demás y lo cual es cada vez más y más difícil de controlar.
Miriam RICO, en "Uno de sus cuadernos"
Siglo XXI. Prosa irracional.
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